Fukuoka, amable, respetuoso y serenamente convencido de todo lo que dice, nos convida su sabiduría en forma de libro. Vale la pena escuchar sus palabras, verlo caminar, esparcir sus semillas. En "La revolución de una brizna de paja" sensei Fukuoka explica su método de cultivo natural, pero fundamentalmente nos conecta con su manera de ver el mundo y a la humanidad en su extraña relación con la naturaleza. Nos da las herramientas filosóficas con las que cultiva sus campos.
En su intenso camino Masanobu elevó su música del no hacer, y así escuchamos el silencio, ese silencio de semilla que al brotar descubre que es parte de algo mucho más grande.
Su obra es un rezo a la vida sencilla.
“Cuanto más aumenta el agricultor su escala de operaciones más se disipa su cuerpo y espíritu y más se aleja de una vida espiritualmente satisfactoria. Una vida practicando la agricultura a pequeña escala puede parecer primitiva, pero viviendo una vida de este tipo se hace posible contemplar el Gran Camino (el camino de sabiduría espiritual que implica atención y cuidado en las actividades ordinarias de la vida diaria).
Yo creo que si uno examina a fondo su propio entorno y el mundo cotidiano en el que vive, le será revelado el mayor de los mundos”.
Masanobu Fukuoka (2 de febrero de 1913 - 16 de agosto de 2008) fue un agricultor, biólogo y filósofo japonés.
Nació en la Ciudad de Iyo, en la Prefectura de Ehime. Descendiente de una familia dedicada a la agricultura desde hace siglos, comenzó su carrera como edafólogo, desviándose luego hacia la fitopatología. A la edad de 25 años, comenzó a dudar de la sabiduría de la agronomía moderna. Guiado por su intuición, decidió buscar un método de cultivo que protegiese las características de la tierra y eliminase trabajos innecesarios. Dejó su trabajo como científico de investigación, y volvió a su granja familiar en la Isla de Shikoku en Japón meridional para cultivar naranjas mikan ecológicas. De ese punto dedicó su vida a desarrollar su sistema de cultivo ecológico único que no requiere escardar (desherbar), usar pesticidas ni fertilizantes, ni labranza.